Helsinki
Febrero de 2017

Finlandia

Helsinki, Finlandia

Nunca había estado en Finlandia, así que bajé del avión con más ilusión, si cabe, de la habitual. Lo primero que me sorprendió fueron los letreros, escritos en finlandés y en inglés pero también en una tercera lengua con la que no era la primera vez que me cruzaba. Mi compañero en aquel viaje, que llevaba varios meses residiendo en el norte del país, me explicó que no solo el finlandés es lengua oficial allí; también lo es el sueco, debido a que un 5.3% de la población finlandesa lo tiene como lengua materna (la mayoría residentes en el archipiélago de Åland). Aún no había salido del aeropuerto y ya había aprendido algo nuevo, aquella excursión prometía. El aeropuerto al que llegué, por cierto, era el de Helsinki, en donde cogimos un tren que en apenas 15 m nos dejó en el centro de la capital finlandesa.

Helsinki fue fundada en el año 1550 por el rey Gustavo I de Suecia, con el objetivo de crear un asentamiento que pudiera rivalizar con Tallinn, ciudad situada al otro lado del mar Báltico y que por aquel entonces gozaba de gran poder gracias a formar parte de la Liga Hanseática. Y es que, en aquella época, el territorio que ahora ocupa Finlandia se encontraba bajo el dominio de Suecia, lo que duró desde el siglo XIII hasta 1809. En ese año, los rusos al mando del zar Alejandro I invadieron la zona y fundaron el Gran Ducado de Finlandia, precursor del estado finlandés que existe a día de hoy. Tres años después, en 1812, Helsinki sería proclamada capital de dicha región, y finalmente en 1829 la única universidad de Finlandia, sita en Turku, fue trasladada hasta aquí, consolidando así su importancia. Precisamente de esta época son la mayoría de edificios históricos de Helsinki, ya que durante la guerra entre Suecia y Rusia fue completamente devastada.

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