Madrid
Enero de 2022
Capítulo II

España

El parque del Buen Retiro, o simplemente El Retiro, es un enorme jardín público situado a la altura del paseo del Prado. Su origen se remonta a principios del siglo xvii, cuando el rey Felipe IV ordenó construir en lo que entonces era el extrarradio de Madrid un enorme palacio de recreo. Tanto el palacio como sus jardines resultaron muy dañados durante la Guerra de la Independencia, lo que desembocó en el derribo del palacio y en una renovación sustancial de sus jardines que les dio la forma con la que han llegado a nuestros días. En julio 2021 el parque del Retiro fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco junto al paseo del Prado, y mi plan para el resto de aquel día era caminar entre sus jardines y monumentos antes de dirigirme a Atocha. Aunque bueno, primero tenía que comer algo, así que paré en un restaurante del barrio de Ibiza a tomarme una hamburguesa y una cerveza, muy cerca de la peculiar iglesia del Santísimo Sacramento.

Ya con el estómago lleno me adentré en los jardines del Retiro por una de las entradas orientales, y lo primero que vi nada más atravesarla fue el monumento a Santiago Ramón y Cajal, en el llamado paseo de Venezuela. Este científico, pionero de la neurociencia y natural de Petilla de Aragón —un pueblo que, a pesar de su nombre y de estar completamente rodeado por municipios de Aragón, curiosamente pertenece a Navarra— fue conocido sobre todo por desarrollar a finales del siglo xix la llamada «doctrina de la neurona» en la cual teorizó que las neuronas forman la base del sistema nervioso. Esta teoría, que a día de hoy está más que aceptada, supuso en su día una gran innovación, ya que siempre se pensó que el sistema nervioso era un tejido conexo, en lugar de un conjunto de células discretas como sostenía Cajal. Por sus revolucionarias contribuciones a este ámbito, fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1906 (hasta la fecha, los únicos españoles premiados con un Nobel científico han sido Santiago Ramón y Cajal y Severo Ochoa).

En cuanto al monumento, fue realizado por el escultor palentino Victorio Macho e inaugurado en 1926 por el rey Alfonso XIII y Miguel Primo de Rivera. El propio Ramón y Cajal aun vivía por aquel entonces, pero se negó a asistir a la inauguración —en la que no faltó una revuelta estudiantil— alegando lo siguiente: «Desapruebo, en principio, las estatuas en vida, aunque se erijan —éste no es mi caso— a varones eminentes en la Política, Artes y Letras y Ciencias. Para aquilatar la obra de un hombre es menester la perspectiva ideal del tiempo, de ese depurador implacable de prestigios y decantador de verdades». El monumento está compuesto por una estatua del científico, reclinado con el torso desnudo —parece ser que esto tampoco le gustó demasiado al involucrado— al estilo de las tumbas etruscas, así como por dos paneles que representan la «fuente de la vida» y la «fuente de la muerte», todo ello realizado en granito. Completa el conjunto una estatua alegórica femenina de bronce que, por lo que he podido leer, simboliza la ciencia médica. Como curiosidad, en los billetes de 50 pesetas emitidos por el Banco de España en 1935 figuraban tanto el monumento como la efigie de Cajal.

Pasado el monumento a Cajal llegué al Estanque Grande del Buen Retiro, un enorme lago artificial presidido por el vistoso Monumento a Alfonso XII. Este estanque es uno de los remanentes del antiguo palacio del Retiro, y su función original era la de depósito principal de agua de la red hidráulica de los jardines, formada normalmente en este tipo de complejos por lo que se conoce como «viajes de agua». Si bien el estanque actual, que data de 1636, fue construido para servir de suministro, con el paso de los siglos fue adquiriendo una función más lúdica, llegándose incluso a celebrar en él representaciones de combates navales, las conocidas como «naumaquias». En la actualidad, y tal y como pude presenciar aquel día, es bastante típico alquilar un pequeño bote en su embarcadero para disfrutar del buen tiempo remando por sus aguas (incluso en pleno invierno).

En cuanto al monumento, este se denomina oficialmente como «Monumento a la Patria española personificada en el rey Alfonso XII» —un nombre nada pomposo— y fue construido entre 1902 y 1922 bajo diseño del arquitecto barcelonés José Grases Riera. Está compuesto por una enorme columnata de mármol que domina la orilla oriental del estanque, y por varios relieves y estatuas de bronce entre las que destaca una ecuestre del propio rey Alfonso XII realizada por el escultor valenciano Mariano Benlliure. Curiosamente, no tengo recuerdos de haber visto este monumento en ninguna de mis visitas previas a la capital, a pesar de que probablemente sea uno de los lugares más singulares de El Retiro y de todo Madrid (de hecho, se podría decir que hasta me lo encontré de casualidad, ya que no supe de su existencia hasta que lo vi en el mapa unos minutos antes). Me hubiese gustado verlo más de cerca en detalle, pero el tiempo empezaba a apremiar si quería llegar a Atocha a coger mi tren a Ciudad Real.

Continuará…

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