Diarios de viaje

Warszawa
Abril de 2017
Capítulo I

Polonia

Una de mis obsesiones viajeras más antiguas es la de poder conocer en persona a las «siete hermanas» de Moscú: un conjunto de siete rascacielos edificados en el llamado estilo gótico estalinista que se encuentran repartidos a lo largo y ancho de la capital rusa. A día de hoy sigo sin haber estado en Moscú —y viendo cómo está el panorama internacional dudo que pueda cumplir ese objetivo en una buena temporada— pero en el año 2017 tuve la oportunidad de contemplar a la conocida como «octava hermana»: el Palacio de la Cultura y la Ciencia de Varsovia.

Cuando aterricé en el aeropuerto de Modlin y cogí el autobús a Varsovia ya sabía que el punto de término del trayecto era el propio palacio, por lo que me invadía la ilusión. Sin embargo, y a pesar de las múltiples fotos que había visto del palacio iluminado, me llevé una inmensa decepción conforme el autobús iba llegando a su destino: en el lugar en el que debería haber estado el palacio no había más que una enorme silueta negra que se confundía con la oscura noche cerrada.

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Guimarães
Julio de 2022
Capítulo I

Portugal

Una hierática y elegante escultura de bronce nos dio la bienvenida a Guimarães, la ciudad donde, según cuenta la historia, nació Portugal. Habíamos dejado el coche en un aparcamiento subterráneo bajo el Largo de Mumadona, una extensa plaza gobernada por el Palacio de Justicia, y nada más salir a la superficie nos encontramos con la mencionada estatua, que representa precisamente a la condesa Mumadona Dias —conocida alternativamente en castellano como Muniadona Díaz— que da nombre a la plaza.

La condesa Mumadona vivió en el siglo x y fue una de las mujeres más poderosas de su época, pues entre los años 943 y 950, tras la muerte de su esposo el conde Hermenegildo Gonçalves, fue gobernadora del condado Portucalense, principal precursor del Reino de Portugal. Fue precisamente Mumadona quien, con el fin de defender a su condado de las invasiones normandas, mandó construir un castillo alrededor del cual la población de Guimarães —cuyo nombre en aquella época era el de Vimaranes— se fue desarrollando y expandiendo.

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Athína
Abril de 2019
Capítulo I

Grecia

Introducción

Hay ciudades antiguas, hay ciudades milenarias, hay ciudades antediluvianas, y luego está Atenas. Aunque su época de máximo esplendor no empezó a perfilarse hasta los tiempos de la civilización micénica —entre los siglos xviii y xi a. C.— se cree que ha estado habitada de forma continuada durante los últimos cinco mil años. En Atenas se inventaron tanto la palabra «democracia» —el poder del pueblo— como el concepto que representa, que no es poco, lo que no ha evitado que sus habitantes hayan sufrido varias invasiones, la última de ellas perpetrada por los otomanos y que duró la friolera de casi cuatro centurias. De su esplendoroso pasado clásico no se conserva más que una mínima parte, pero más que suficiente para justificar una visita a una de las capitales del mundo antiguo.

Atenas fue mi punto de partida en un viaje que realicé por Grecia en abril de 2019. Haciendo una escala larga en Bérgamo, una de mis ciudades favoritas de Italia, llegué al aeropuerto Eleftherios Venizelos pasadas las 9 de la noche. Como es habitual, la ilusión me invadió nada más salir de la puerta de embarque y empezar a ver letreros en griego por todas partes por primera vez en mi vida («¡salida se dice éxodos!», pensé, «bueno, tiene sentido, ahora todo encaja...»). Tras recoger el coche que había alquilado para aquellos días me dispuse a recorrer los escasos 20 km que me separaban de la capital y dar comienzo a mi viaje; había leído en no sé cuántos foros que los griegos —y especialmente los atenienses— conducían como locos, y que había que andar con siete mil ojos, pero tras adentrarme en el centro de Atenas un sábado por la noche con mi coche de alquiler mi impresión fue, simplemente, que allí a nadie le gustaba que le hicieran perder el tiempo al volante. Vamos, como a mí.

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Buitrago del Lozoya
Septiembre de 2021

España

Introducción

La localidad de Buitrago del Lozoya se encuentra en la región norte de la comunidad de Madrid, en uno de los valles arropados por la sierra de Guadarrama. Las aguas del río Lozoya, uno de los afluentes del Jarama, circundan casi por completo su centro histórico, convirtiéndola en una población muy pintoresca. Este centro histórico, conocido simplemente como «la Villa», se encuentra delimitado por una muralla construida por los musulmanes en el siglo xi, poco antes de que la Reconquista llegara a esta zona, que aún conserva su trazado original a pesar de las continuadas restauraciones. Si bien la ciudad fue pasto de las llamas durante la invasión perpetrada por las tropas napoleónicas a principios del siglo xix, el complejo formado por las murallas, el castillo y la iglesia de Buitrago se encuentra en un buen estado de conservación y fue declarado Monumento Nacional en 1931 y Conjunto Histórico-Artístico en 1993.

Nosotros llegamos a Buitrago un sábado de septiembre, justo a la hora del almuerzo. Estábamos pasando unos días en familia por la provincia de Segovia, alojándonos en el Real Sitio de San Ildefonso, y aquel día decidimos conocer uno de esos pueblos con encanto de la comunidad de Madrid de los que todo el mundo habla. Al llegar, parecía que todos los habitantes de la capital estaban allí de excursión, y estuvimos a punto de desistir de la visita ya que encontrar aparcamiento resultaba imposible. Por suerte, al final encontramos una plaza libre bajo las murallas, a los pies del Castillo de los Mendoza, y pudimos dar comienzo a nuestra visita.

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Tallinn
Febrero de 2017
Capítulo I

Estonia

Tallinn —conocida históricamente como Reval, su antiguo nombre en las lenguas germanas— es la capital y a la vez la ciudad más poblada de Estonia, la más septentrional de las tres repúblicas bálticas. La primera mención que se tiene de Tallinn, ya sea como ciudad o como lugar de gran importancia estratégica, data de principios del siglo xi, cuando formaba parte del pequeño condado de Revalia; más adelante, el Reino de Dinamarca y la Orden Teutónica vieron en Tallinn una pieza clave en el control del mar Báltico y decidieron conquistar la zona allá por 1219, durante el proceso de cristianización de los pueblos paganos del norte conocido como las «cruzadas bálticas». Si bien por aquel entonces Tallinn ya tenía consideración de importante centro cultural, su verdadera época de esplendor tuvo lugar más adelante, entre los siglos xiv y xvi, durante los tiempos de la Liga Hanseática —una federación comercial y defensiva de ciudades germanas con sede en Lübeck, en la actual Alemania—. Tallinn se afilió a la Hansa en 1285, y durante aquellos siglos fue cambiando indiscriminadamente entre manos danesas, germanas o suecas, hasta que en el año 1710, durante la gran guerra del Norte, pasó a formar parte del Imperio ruso.

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