Author: Joaquín O.C. (Joaquín O.C.)

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CAMBRIDGE

Octubre de 2024

Capítulo V

Visita guiada por el Trinity College

Unos minutos antes de que diera comienzo la visita guiada por el Trinity College me pudo la impaciencia y me adentré en una especie de portería para preguntar por el punto de encuentro, en donde me dijeron que se encontraba allí mismo, bajo el arco de entrada, y que era cuestión de tiempo que apareciera un tal Robert para llevarla a cabo. Muy agradecido volví sobre mis pasos hasta donde me habían indicado, y no mucho después apareció un simpático señor ataviado con un bombín y una bufanda multicolor que resultó ser el guía. Tras pasar lista y preguntarnos por nuestras nacionalidades se dispuso a contarnos la historia de aquel college, el que más dotación económica poseía de toda la Universidad de Cambridge y también el que ha alojado a más premios Nobel, con un total de treinta y cuatro. Entre sus miembros pasados se encuentran filósofos como Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, matemáticos como G. H. Hardy y Srinivasa Ramanujan, físicos como James Clerk Maxwell, Ernest Rutherford y Niels Bohr y, por supuesto, el polímata Isaac Newton, que pasó la mitad de su vida residiendo en este complejo.

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L’ANGLIRU

Septiembre de 2025

El Alto de l'Angliru en la Vuelta Ciclista a España 2025

El plan, al menos sobre el papel, parecía sencillo: había quedado con mi buen amigo el señor Ó. a las 9:30 de la mañana en un lugar llamado "Hotel - Albergue Mirador del Angliru", que según Google Maps estaba temporalmente cerrado pero disponía de un enorme aparcamiento. El objetivo era llegar temprano, dejar allí el coche, y comenzar el ascenso a pie hasta la cima del Alto del Angliru, para luego buscar un buen sitio en el que ver en primera fila cómo los ciclistas de la Vuelta a España 2025 se dejaban la vida escalando el que para muchos es uno de los peores ascensos de toda Europa. Desde aquel lugar había unos 8,5 km hasta la meta de la etapa, situada en lo más alto, y si bien la inclinación media lo hacía extremadamente exigente (se llega a alcanzar una pendiente máxima del 23,5% en el tramo conocido como Cueña les Cabres), todo era cuestión de subir tranquilamente, poco a poco, ya que disponíamos de más de siete horas hasta que la cabeza de carrera llegara hasta la meta.

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MARTHA’S VINEYARD

Agosto de 2015

Capítulo I

Introducción y llegada a Oak Bluffs

«Ustedes me conocen. Saben cómo me gano la vida. Yo les pescaré a ese animal, cosa que no será fácil. Es un mal bicho; no es como ir a la laguna a pescar cangrejos o pescadillas. Ese tiburón se traga a uno entero. Una sacudida, una dentellada y... todo adentro. Hay que obrar rápido, si queremos que vengan los turistas y ustedes no pierdan sus negocios. Todo eso no les será agradable. Yo valoro mi pellejo en bastante más de tres mil dólares, jefe. Puedo encontrarlo por tres, pero capturarlo y matarlo vale diez mil. Así que decidan ustedes. Si acceden seguirán vivos haciendo su agosto. Si no, en invierno vivirán de la asistencia social. No quiero voluntarios ni quiero compañeros, hay demasiados capitanes en esta isla. Los diez mil dólares han de ser para mí solo, y tendrán la cabeza, la cola, y el animal entero».

Este verano se cumplen cincuenta años del estreno de una de las mejores películas de todos los tiempos: Tiburón, una obra de arte cinematográfica que marcó un antes y un después en la historia del cine, superó el récord de taquilla previamente en posesión de El padrino, estableció una animadversión universal a bañarse en aguas abiertas (como siempre dice mi madre, y yo secundo: «yo desde que vi Tiburón no me meto hasta donde cubre»), y encumbró a Steven Spielberg y a John Williams hasta el olimpo de sus respectivos oficios. Podría citar de memoria gran parte de sus diálogos —mis favoritos siempre serán los del inolvidable Robert Shaw, el capitán Quint, como el que abre esta entrada—, ya que la he visto decenas de veces desde aquella primera ocasión que me marcó para siempre, sentado frente a la tele en un sofá de Tomares en una tarde cualquiera de domingo (o no tan cualquiera, puesto que treinta años después la sigo recordando). También este verano se cumplen diez años desde que, conducido por esta saludable obsesión, llegué al desembarcadero de Oak Bluffs, en Martha's Vineyard, la pequeña isla de Massachusetts en la que se rodó la película, en un ferry proveniente del antiguo puerto ballenero de Nantucket, y parece un buen momento para rememorar aquella aventura.

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ATHÍNA

Abril de 2019

Capítulo V

La Academia de Atenas

La Academia de Atenas fue una institución fundada en torno al 387 a. C. por el filósofo Platón en los jardines de un recinto consagrado a Academo, un héroe local que acabaría consagrándose como epónimo de la escuela. Situada en las afueras de la ciudad antigua, tenía como propósito servir de centro de enseñanza para el cultivo de las más diversas materias, desde filosofía y matemáticas hasta política, medicina y astronomía, y por ella pasaron filósofos como Aristóteles, el discípulo predilecto de Platón, y matemáticos como Jenócrates y Eudoxo de Cnido. Permaneció activa de forma más o menos continuada hasta el año 529 d. C., cuando el emperador Justiniano I el Grande decretó su clausura en el marco de una ambiciosa reforma legal —parte del Corpus Iuris Civilis, la compilación más importante de derecho romano—, que entre otras cosas prohibía todas las instituciones paganas por considerarlas contrarias a la doctrina cristiana (por aquel entonces, Atenas formaba parte de una de las provincias del Imperio romano de Oriente, de ahí que la Academia se viera afectada por esta medida).

En el año 1926, casi catorce siglos después de su desaparición, el estado griego moderno decidió refundar la Academia como organismo dedicado a la investigación, estableciendo su sede central en uno de los tres edificios situados en el centro de la ciudad que conforman la llamada «trilogía de los hermanos Hansen». De camino al Museo Arqueológico decidí parar en este complejo, situado en la avenida Panepistimiou, para contemplar los tres edificios, y el primero que me encontré fue el de la Academia, diseñado por el arquitecto danés Theophilus Hansen y construido entre 1859 y 1885. Se trata de una construcción puramente neoclásica —de orden jónico e inspirada probablemente en el Erecteion— perfectamente conservada y que innevitablemente me hizo reflexionar sobre si ese sería el aspecto real que tendrían los antiguos templos de la Grecia clásica en su época de máximo esplendor.

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SANTANDER

Mayo de 2018

Capítulo I

Introducción

Cuando visité Santander por primera vez, allá por la primavera de 2018, lo último que me imaginaba es que acabaría viviendo en esta ciudad siete años después, tras más de una década asentado en Santiago de Compostela. Pero la vida da muchas vueltas, como bien se sabe, y aquí nos quedaremos por un tiempo indefinido, por lo que parece una ocasión perfecta para rescatar las fotos que tomé en aquella ocasión de la capital montañesa y que naturalmente ahora veo con otros ojos tras haber caminado durante varias semanas por sus calles y cuestas, ya no como turista ni viajero, sino como alguien que empieza a construir una nueva vida en este lugar.

En aquella ocasión, ya algo lejana, aunque tampoco demasiado, aproveché la vuelta de un encuentro matemático en Montpellier para dedicar unos días a conocer Cantabria, una de las comunidades autónomas en las que por aquel entonces todavía no había puesto los pies. Hacía un día fantástico, y tras haber pasado la mañana explorando Liérganes —población de la que también debería hablar en algún momento—, llegué a Santander sin saber muy bien a dónde dirigirme. Al final me decanté por aparcar el coche en un aparcamiento bajo la calle Castelar, cerca de la dársena de Puertochico, para así dar un paseo por esa zona, ampliamente recomendada en las webs que había consultado a contrarreloj.