Posts Tagged with Monumentos

Athína
Abril de 2019
Capítulo II

Grecia

Si bien la imagen de la Acrópolis la tenía bastante clara antes de visitar Atenas, del resto de la ciudad apenas había mirado nada. Lo que tenía claro era que quería visitar el Museo Arqueológico Nacional, pero como cerraba tarde lo dejé para el final y me dispuse a realizar una ruta a pie por los lugares más representativos que había visto en mi guía. Cerca de la salida de la Acrópolis me encontré con el Arco de Adriano, una puerta triunfal erigida en el 132 d. C. como conmemoración de la primera visita del emperador Adriano a la ciudad de Atenas. Fue construido con mármol del monte Pentélico, al igual que los monumentos de la Acrópolis, y sin usar ningún tipo de cemento o argamasa para fijar sus sillares. Por lo que he leído, originalmente contaba con varias columnas adicionales y con estatuas en el nivel superior, pero todo eso se ha perdido.

Desde aquel arco se entraba a los terrenos del Olimpeion o templo de Zeus Olímpico, el mayor templo de la Antigua Grecia. Originalmente contaba con 104 columnas corintias de 17 m de altura cada una —este fue el primer templo construido cuyas columnas exteriores pertenecían a este orden—, de las que solo dieciséis han sobrevivido hasta nuestros días. El precio para entrar en el recinto del templo era de 12€, un verdadero abuso sobre todo teniendo en cuenta que no hay nada más aparte de las columnas, y que esa misma mañana había pagado 20€ por la visita completa a la Acrópolis. Empezaba a darme la sensación de que aquel país intentaba salir de la crisis a costa del turista, así que entre eso y que en aquel momento me apetecía pasear por la ciudad, decidí pasar de largo y contentarme con verlo desde lejos.

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Kōtoku-inKamakura

Japón

Kōtoku-in y el Gran Buda de Kamakura, Japón

Hace ya un tiempo, allá por el 2001, me compré un videojuego bélico español ambientado en la Segunda Guerra Mundial y titulado Commandos 2: Men of Courage. El juego contaba con diez misiones principales, y en una de ellas los protagonistas tenían que rescatar a un líder espiritual de las garras de un tirano japonés en una localidad recóndita de Birmania, todo ello con la ayuda de un batallón de gurjas. Aquella misión siempre fue mi favorita; por la inolvidable música de Mateo Pascual y sobre todo por la estética del lugar: una población oriental a orillas de un río y en cuyo centro se encontraba una gigantesca estatua de Buda. Mis conocimientos del continente asiático por aquella época eran mínimos —tampoco es que ahora sea un experto, pero bueno—, y no tenía ni idea de si aquello se acercaba a la realidad o no. Lo que sí recuerdo es pensar una y otra vez que, de existir un lugar así, me encantaría visitarlo algún día.

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Denkmal der Göttinger SiebenHannover

Alemania

Monumento a los siete de Gotinga. Hannover, Alemania

Uno de los rincones de la ciudad alemana de Hannover que más me sorprendieron fue este conjunto escultórico dedicado a siete profesores de la Universidad de Gotinga que vivieron durante el siglo xix: Friedrich Christoph Dahlmann, historiador y jurista; Wilhelm Eduard Albrecht, jurista; Georg Heinrich August Ewald, teólogo y orientalista; Georg Gottfried Gervinus, historiador; Jacob y Wilhelm Grimm, escritores y filólogos; y Wilhelm Eduard Weber, físico. Debo reconocer que la historia de estos señores me era completamente desconocida, y de nombre solo conocía a Weber y a los hermanos Grimm, pero dediqué unos minutos a fotografiar el monumento para luego ya en casa informarme debidamente, ya que semejante escenario tendría alguna historia curiosa e interesante detrás.

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Helsinki
Febrero de 2017

Finlandia

Helsinki, Finlandia

Nunca había estado en Finlandia, así que bajé del avión con más ilusión, si cabe, de la habitual. Lo primero que me sorprendió fueron los letreros, escritos en finlandés y en inglés pero también en una tercera lengua con la que no era la primera vez que me cruzaba. Mi compañero en aquel viaje, que llevaba varios meses residiendo en el norte del país, me explicó que no solo el finlandés es lengua oficial allí; también lo es el sueco, debido a que un 5.3% de la población finlandesa lo tiene como lengua materna (la mayoría residentes en el archipiélago de Åland). Aún no había salido del aeropuerto y ya había aprendido algo nuevo, aquella excursión prometía. El aeropuerto al que llegué, por cierto, era el de Helsinki, en donde cogimos un tren que en apenas 15 m nos dejó en el centro de la capital finlandesa.

Helsinki fue fundada en el año 1550 por el rey Gustavo I de Suecia, con el objetivo de crear un asentamiento que pudiera rivalizar con Tallinn, ciudad situada al otro lado del mar Báltico y que por aquel entonces gozaba de gran poder gracias a formar parte de la Liga Hanseática. Y es que, en aquella época, el territorio que ahora ocupa Finlandia se encontraba bajo el dominio de Suecia, lo que duró desde el siglo XIII hasta 1809. En ese año, los rusos al mando del zar Alejandro I invadieron la zona y fundaron el Gran Ducado de Finlandia, precursor del estado finlandés que existe a día de hoy. Tres años después, en 1812, Helsinki sería proclamada capital de dicha región, y finalmente en 1829 la única universidad de Finlandia, sita en Turku, fue trasladada hasta aquí, consolidando así su importancia. Precisamente de esta época son la mayoría de edificios históricos de Helsinki, ya que durante la guerra entre Suecia y Rusia fue completamente devastada.

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Tōkyō-wan Kannon
Junio de 2017

Japón

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Kannon de la bahía de Tokio, Japón

Debían ser las 4 de la tarde cuando llegué a la remota estación de Sanukimachi, a unas dos horas en tren de Tokio en dirección al sudeste. Me encontraba en la periferia de la ciudad de Futtsu, y desde el primer cambio de tren (creo que tuve que hacer tres para llegar hasta allí) ya tuve la sensación de que por esa parte de Japón no tenía que pasar mucho extranjero de forma habitual. Uno de los cambios fue algo complicado, pero una señora (¡y sus tres hijos!) hicieron lo imposible por ayudarme. El caso es que al final aterricé en aquella parada, me bajé del tren (nadie más lo hizo), atravesé el minimalista control de salida y llegué a... a ninguna parte, aparentemente. A un lado tenía un salón de pachinko abandonado y destartalado (seguro que había vivido mejores momentos) y al otro una escueta urbanización bastante diferente de lo que acostumbraba a ver en Japón, pero mirara donde mirara ni rastro de mi objetivo.

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